¿Quién de nosotros no ha sentido un golpe en el pecho cuando vemos fotos de hace muchos años? Saben a lo que me refiero, un buen día se les ocurre sentarse y abrir el álbum de fotos o verlas en su computadora y se les dibuja una sonrisa al ver las imágenes de momentos que seguramente fueron especiales. La palabra que inmediatamente pasa por nuestra cabeza es “nostalgia”.
La nostalgia no sólo nos asalta cuando vemos fotos, sino también por olores, música, bailes, etc. Eso es debido a que todos esos factores giran alrededor de nuestra identidad personal. Y no sólo me refiero a una identidad asociada a la personalidad sino también físicamente. Pongámoslo de esta forma: cada cinco años nuestro cuerpo renueva todos los átomos que lo conforman, todos los días ganamos y perdemos átomos,así como también mueren células y expulsamos sustancias. Pueden imaginarse que si ven una fotografía de ustedes de hace cinco años, se verán con átomos totalmente distintos a los que ahora forman su cuerpo. Por lo tanto, todos los seres vivos de este planeta solo somos un espacio momentáneo en el cual ciertos átomos coinciden para estructurar un cuerpo y después ser reemplazados, pero mantienen el mismo nombre. Esto nos ayuda a plantear que nunca somos los mismos, siempre estamos cambiando todos los días, cambiamos de amigos, trabajo, gustos, miedos, comportamientos, etc. Se ha pensado que recordar el pasado, quienes éramos, qué solíamos hacer y con quién solíamos estar puede ser una forma en la que nuestro cerebro trata de resolver la cuestión de quiénes somos en realidad o en su defecto, calmar la ansiedad que esto causa.
La palabra nostalgia es dolorosa por sí misma, según su raíz griega, podría decirse que significa “regresar al dolor” y es que este sentimiento puede ser tan intenso, que se ha considerado una condición médica. La depresión puede llegar a ser tan enorme que la gente ha llegado a estar en cama varios días o incluso morir a causa de la nostalgia. La razón de que la nostalgia sea tan profunda es que se trata de uno mismo, tus propios recuerdos, tu pasado y quién solías ser que ha ido dando como resultado quién eres ahora. Podría ser la forma dolorosa de saber quién eres y por qué eres así actualmente. Una teoría psicológica menciona que la nostalgia nos ayuda a unir todos los eventos de nuestra vida de una forma de continua, algunos son más específicos que otros o más intensos pero nos recuerdan nuestra existencia en el pasado. La experiencia a partir de cambios provoca que tengamos una identidad propia y continua, algunos podrían llamarlo evolución de uno mismo. Muchas veces sentimos la nostalgia por cómo éramos en ese entonces o lo que sentíamos en ese momento y no necesariamente por lo que nos rodeaba.
Ciertos estudios han mostrado que al ir entrando en la adultez e ir empezando a tener responsabilidades como pagar tarjetas de crédito, rentas o tener un hijo, hace que la nostalgia sea más intensa ya que añoramos la juventud sin esos factores. Pero la nostalgia tiene también sus límites, no la tenemos por lo que pasó hace 2 minutos, ni por un día cualquiera en el trabajo. No todo el pasado es nostálgico, puede ser indiferente. Sin embargo, se ha diseñado una “curva de recuperación de vida útil” en la cual se muestra que entre los 15 y los 30 años la nostalgia es más fuerte, y se ha pensado que se debe a la importancia que le damos a la formación de nuestra identidad. En este periodo es cuando ocurren más cambios, nos hacemos de amigos, cometemos más errores, aprendemos más de la vida con dolores y con alegrías. Los recuerdos formados son los que más nostalgia nos provocarán en el resto de nuestra existencia. Debido a que intentamos tener un crecimiento positivo en nuestra vida, los recuerdos agradables nos son los más nostálgicos.
Por otro lado, la formación de la identidad continúa desde el nivel personal hasta un nivel grupal, nuestros amigos y familiares también nos brindan identidad, ya que somos seres que les interesa sentirse identificados y encajar con otros humanos. Estos cambios y este sentimiento es una forma de selección natural en la cual hacemos retroalimentación de nuestra experiencia para ir acomodándonos a situaciones o grupos sociales específicos.
Ahora imaginen que de repente se les borraran las fotografías de su computadora o se quemaran sus álbumes. Sin duda sentirían una gran pérdida. Imaginen que tienen sus vacaciones ideales y por alguna razón su cámara se estropea y pierden las fotografías; con el simple hecho de pensarlo creo que varios experimentan angustia, y si les ha sucedido de verdad, saben de qué tipo de angustia estoy hablando. Aunque las fotografías estén empolvándose silenciosamente, son algo muy preciado para nosotros porque son el lazo visual con el pasado. La música y los olores también son los disparadores de nostalgia por excelencia ya que activan las mismas áreas del cerebro que se encargan de los recuerdos y las emociones, como en la amígdala.
Muy probablemente no tengan los mismos amigos o amores, el mismo trabajo, la misma casa y los mismos átomos durante toda su vida pero tienen los mismos recuerdos. Por lo tanto podríamos pensar que estamos hechos de recuerdos y son nuestra esencia. Sin embargo, afirmar eso estrictamente sería peligroso, ya que a veces tenemos falsos recuerdos o se van perdiendo conforme vamos creciendo. Entonces no somos per se recuerdos, sino el resultado de experiencias y la nostalgia nos recuerda el camino tortuoso que hemos recorrido para ser quienes somos ahora a pesar de todos los cambios.
Se dice que recordar es volver a vivir y es cierto, ya que al recordar y emocionarnos nuestro cerebro reacciona casi de la misma manera como cuando estaba en ese momento, con alegría, dolor o enojo. Somos el resultado de la causa y el efecto. Creo que es por eso que muchas de las religiones y creencias promueven tanto el perdón, ya que así siempre los recuerdos que tengas serán positivos, al tener en cuenta las cosas buenas de la vida a pesar de errores o problemas. Así entonces, aunque a veces la retrospectiva que hacemos nos duela, nos vamos volviendo sabios y maduros y nos gusta expresarlo contando anécdotas o dando consejos. Si bien no sabemos a dónde nos irá encaminando la vida, sí sabemos con certeza el camino que hemos realizado y las razones de nuestra personalidad actual.
Como siempre, gracias por leerme.
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