Desde la antigüedad, los seres humanos hemos utilizado una gran variedad de cosméticos con diferentes propósitos. Por un lado, han servido como una parte importante en la atracción sexual ya que resaltan nuestros rasgos con el objetivo de tener una percepción mejorada estética de nosotros mismos. Los maquillajes son una forma de expresión y los hemos transformado en una herramienta creativa con infinidad de estilos, colores, formas y texturas. De esta forma, su impacto social ha sido tal que es una de las industrias más grandes del mundo con una derrama económica de miles de millones de dólares anuales. Más aun, se ha visto incrementada en los últimos años gracias a las redes sociales que explotan sus aplicaciones y la versatilidad que los diferentes tonos y colores pueden ofrecer.
Por otro lado, uno de los propósitos iniciales de los cosméticos han sido el de protección o mantenimiento corporal ante las inclemencias del clima. Consecuentemente, la química es una pieza fundamental en la elaboración de estas sustancias. A lo largo de la historia humana, se han mejorado los ingredientes y las mezclas de estos que se aplican para hacerlos más amigables a nuestra piel y nuestra salud. De esta forma, hemos descubierto y aplicado pigmentos de diferentes fuentes y colores, así como diferentes tipos de sustancias para llegar al cosmético adecuado que proteja y embellezca al mismo tiempo. Por lo tanto, algo que pareciera tan trivial como el maquillaje, realmente es una amalgama compleja e importante entre la química de las sustancias que le aplicamos a nuestra piel y los resultados sociales que surgen de ellos. Tenemos un lazo cercano con ellos.
Si bien el ser humano es el único animal que usa cosméticos como tal, no es el único que utiliza recursos para protegerse o embellecerse. De ahí que, a pesar de la lejanía de las culturas humanas y su variedad, todas fueron capaces de crear sus propios cosméticos con los materiales que tenían a disposición. Primeramente, fueron usados para protección y posteriormente con fines ceremoniales y estéticos. De esta forma se crearon sus códigos y estándares de belleza propios de acuerdo con los colores y su percepción de la realidad que los rodeaba. Por ejemplo, se sabe que los cosméticos fueron utilizados ampliamente en el antiguo Egipto para cuidar su piel del sol en el desierto. Por ejemplo, el sulfuro de plomo fue usado para oscurecer los párpados y disminuir el brillo en los ojos. Por su parte, alrededor del año 3,000 a. C., en China se usaba pintarse las uñas de distintos colores dependiendo la clase social. En África y Australia, los maquillajes eran muy similares y estaban hechas de pasta de arcilla que combinada con otros minerales era posible tener diferentes colores. En América, las sociedades mesoamericanas usaban insectos como fuente de pigmentos para sus maquillajes.
Podemos encontrar dos categorías de cosméticos: los estéticos y los terapéuticos. Los estéticos los usamos para limpiar, perfumar, proteger y cambiar el aspecto de nuestro aspecto corporal. Por su parte, los terapéuticos son productos que modifican un proceso corporal o previenen, diagnostican, curan o alivian alguna enfermedad. Esta distinción significa que los maquillajes y desodorantes se ubican en la categoría de cosméticos estéticos, mientras que los antitranspirantes y anticaspas se consideran terapéuticos, por mencionar unos ejemplos.
Existen miles de combinaciones de ingredientes para cosméticos lo que da lugar a una variedad enorme de productos en el mercado. Solo en Estados Unidos hay aproximadamente 13 mil ingredientes químicos únicos aprobados para su uso en la fabricación de productos para el cuidado personal. Es abrumador. Para darnos una idea, un producto común puede llegar a tener entre 15 y 50 componentes. Ahora bien, si consideramos que una mujer promedio -por ser las mayores consumidoras de estos productos- puede usar entre 9 y 15 productos diferentes para su cuidado personal en un día, estaríamos diciendo que alguien puede llegar a usar más de 500 sustancias químicas distintas en su piel en un día con fines estéticos o terapéuticos. Entonces, está justificado conocer lo que se aplica a la piel. Si bien la fórmula de cada producto difiere ligeramente, la mayoría de los cosméticos contienen una combinación de al menos algunos de los siguientes ingredientes básicos: agua, emulsionante, conservante, espesante, emoliente, color, fragancia y estabilizadores de pH.
El agua es la base de casi todos los productos cosméticos ya que es un disolvente accesible y económico. Incluso se usa en algunos oleosos, ya que al final se emulsionan. La podemos ver en lociones, maquillaje, desodorantes, champús, etc. En la industria, el agua suele ser destilada o incluso desionizada para evitar que haya contaminantes en el resto del maquillaje. Los cosméticos no son eternos y son susceptibles al bacterias y hongos. Por lo tanto, se usan conservantes que pueden ser naturales o sintéticos y funcionan de manera diferente según la formulación del producto. Esto no evita que haya maquillaje que no tiene conservantes, pero al ser cosméticos más naturistas, su tiempo de vida útil es más corta. Los espesantes se encargan de la textura y consistencia del cosmético. Estas dos propiedades juegan un papel importante ya que determinan que tanto se puede esparcir sobre la piel. Por su parte, los emolientes suavizan la piel evitando la pérdida de agua.
Los pigmentos son el alma del maquillaje estético. Sus tonalidades y matices sirven para resaltar los rasgos como color de ojos o bien, para contrastar con la piel para hacer la ilusión de labios u ojos más grandes. Sin embargo, ya que muchos pigmentos son óxidos o complejos metálicos, a través de los años nos hemos dado cuenta de cuales son nocivos para la salud. En Grecia, por ejemplo, usaban carbonato de plomo para blanquearse la piel. Sin embargo, este compuesto es venenoso. Actualmente, se utiliza una amplia variedad de sustancias para proporcionar la gama de colores atractivos. Los ingredientes minerales pueden incluir óxido de hierro, escamas de mica, manganeso, óxido de cromo y alquitrán de hulla. Los colores naturales pueden provenir de plantas, como el polvo de remolacha, o de animales, como la cochinilla. Así mismo, para dar un efecto de brillo al maquillaje se puede usar moscovita, dióxido de titanio u oxicloruro de bismuto. El tamaño de la partícula de estos compuestos afecta el grado de brillo del producto. Por ejemplo, si las partículas tienen entre 15 y 60 micrómetros, el polvo será menos brillante, pero dará mayor cobertura. En cambio, si es entre los 60 y los 500 micrómetros, será un producto más brillante pero más translúcido. Por lo tanto, controlar el tamaño de dichas partículas es un paso importante en la elaboración de los cosméticos.
El olor del cosmético es un factor clave para que el consumidor decida si quiere usarlo o no. No importa si es excelente maquillaje, si huele mal nadie lo querrá comprar. Entonces, las fragancias se agregan de forma muy explícita o enmascarada. Las fragancias son mezclas complejas de diferentes productos químicos que en diferentes proporciones dan el aroma deseado. Pueden combinarse más de 3 mil sustancias químicas para formular una gran cantidad de olores. De hecho, las fragancias suelen ser el código de cierta marca o un modelo en particular. Así, esta parte del maquillaje es uno de los secretos que los fabricantes custodian con recelo ya que son el gancho comercial. Aun así, por razones de seguridad la Asociación Internacional de Fragancias ha hecho pública una lista de las sustancias permitidas. Las combinaciones y formulaciones son individuales de cada empresa.
Ya que un cosmético se aplica directamente en la piel, esta tiende absorber una parte de él. En este sentido, es necesario conocer y entender a las sustancias que los componen; deben de estar formulados para que no sean un riesgo para la salud. De esta forma su química suele ser compleja e interesante. En los últimos años, debido a la alta demanda de los cosméticos han emergido una gran cantidad de marcas imitadoras que usan sustancias tóxicas como sustitutos económicos. Esto pueden llegar a ser extremadamente peligrosas para la persona que los usa. Si bien, durante la evolución de los cosméticos se han cometido errores y se han usado sustancias nocivas para la salud, hoy se tienen reglas muy estrictas respecto a la seguridad que ofrecen. Todos los ingredientes contenidos en un producto cosmético deben ser analizados, evaluados y aprobados antes de ser fabricados para que puedan usarse en productos de consumo. Adicionalmente, se han establecido límites sobre la cantidad que se puede utilizar de una sustancia química en un producto y también se realizan revisiones de sustancias químicas cuando surgen nuevas pruebas. Así, el proceso científico de encontrar las combinaciones adecuadas ha desatado grandes discusiones, confusiones e incluso prohibiciones o limitaciones de sustancias y productos.
Por ejemplo, existe una familia de compuestos llamados parabenos. Estos sirven como conservantes en productos alimenticios y terapéuticos y cosméticos. Mantienen a los productos libres de moho y bacterias y son relativamente económicos. En 2004 un estudio realizado por la Universidad de Reading informó que los parabenos pueden imitar las acciones de los estrógenos de tal forma que podrían ser detonantes de cáncer de mama. Como era de esperarse la industria mantuvo el aliento de los químicos cosméticos para asegurarse de los resultados. Bien, actualmente no hay evidencia directa de que hubieran causado el cáncer o contribuido a su crecimiento. Los tumores de mama tienen un gran suministro de sangre, por lo que es probable que cualquier sustancia química que se encuentre en el torrente sanguíneo esté presente en el tumor. Si bien en este caso, la conclusión fue aprobar el uso de dichos compuestos, el susto no pasó en vano ya que fue un momento precario de lo potencialmente peligroso que puede llegar a ser uno de los componentes del maquillaje. Desde entonces, se han realizado decenas de estudios en todo el mundo sobre la seguridad de los parabenos, que una y otra vez han demostrado de manera exhaustiva que se descomponen, metabolizan y excretan del cuerpo de manera inofensiva. Aun así, en respuesta a la demanda de los consumidores, algunas empresas han comenzado a fabricar productos sin parabenos, que los consumidores pueden comprar si están preocupados.
Pero los parabenos no son los únicos en el ojo de la controversia e investigación sobre productos cancerígenos, el aluminio es otra sustancia que atraviesa por esto. A principios de los 2000 se comenzó a informar que el aluminio presente en los antitranspirantes podría causar cáncer de mama y Alzheimer. Dado que el aluminio bloquea los conductos sudoríparos para reducir la sudoración, algunos argumentan que este proceso impide que se liberen toxinas y se acumulen en los ganglios linfáticos. Sin embargo, los tumores de cáncer de mama no se originan en los ganglios linfáticos, sino que comienzan en la mama y luego viajan a estos. Los estudios no han encontrado diferencias en la concentración de aluminio entre el cáncer y el tejido circundante. Por lo tanto, no existe un vínculo claro entre el uso de productos para las axilas que contienen aluminio y el cáncer de mama o el Alzheimer. No obstante, al igual que los parabenos, algunos fabricantes han comenzado a producir productos sin aluminio para consumidores que aún tienen preocupaciones.
El triclosán, que se desarrolló originalmente como un agente antibacteriano para uso en hospitales, se ha visto agregado cada vez más a una amplia gama de productos de consumo, incluidos desodorantes, jabón, pasta de dientes, cosméticos y productos de limpieza para el hogar en general. Sin embargo, el triclosán también se usa como pesticida y, bajo ciertas circunstancias, puede descomponerse en sustancias químicas potencialmente tóxicas como las dioxinas. Por lo tanto, también recibió atención por los científicos. Los estudios realizados por la Universidad de California encontraron que la exposición prolongada al triclosán causa fibrosis hepática y cáncer en ratones de laboratorio. Otros estudios han sugerido que el triclosán puede alterar las hormonas, alterar la contracción muscular y reducir la resistencia bacteriana. A pesar de eso, la conclusión fue que se ha llegado son los límites permisibles del uso de esta sustancia sean del menos del 0.3% en productos cosméticos, ya que si contienen más de esta cantidad deben llevar claramente la palabra "veneno" en la etiqueta.
El formaldehído también suele ser usado en la industria cosmética. Este compuesto sirve como solvente en diferentes procesos y como conservante para proteger los productos de la contaminación. En su forma pura, está clasificado como carcinógeno e irritante, pero al igual que el triclosán lo importante es la concentración en el producto y el tipo de producto. Por ejemplo, en la pasta de dientes debe ser menor al 0.1%, mientras que en el esmalte de uñas hasta del 5%. Aun así, se ha observado que las personas con piel particularmente sensible aún pueden experimentar irritación incluso a estas bajas concentraciones.
Los lápices labiales suelen contener aluminio, manganeso, titanio, níquel, cobalto, cadmio y cromo junto con otros ingredientes como la cera, los aceites o los pigmentos minerales utilizados en la fórmula. Debido a la naturaleza persistente de estas sustancias y al hecho de que se encuentran en el medio natural, incluso en el agua, es casi imposible eliminarlos totalmente. No obstante, no suelen ser un problema si cumplen con las normas de sanidad establecidas por los gobiernos. Es por esto, que los lápices labiales producidos en el mercado negro suelen ser potencialmente peligrosos. Al no tener estándares de calidad que cumplir, sus niveles de metales pesados pueden sobrepasar las concentraciones innocuas para el ser humano.
Si bien el conocimiento actual sobre muchos de estos productos químicos es que son seguros de usar, es responsabilidad del consumidor qué producto comprar o usar que contenga ciertos ingredientes. Los consumidores también deben de intentar comprar marcas de renombre de vendedores establecidos. Si, son más caras, pero son seguras. Las importaciones baratas o las copias compradas en línea pueden no haber pasado por el proceso de prueba y evaluación adecuado y es posible que no contengan lo que afirman. Por su seguridad no compren productos cosméticos de dudosa procedencia. Si quieren comenzar su propia marca de cosméticos existen libros y revistas certificadas que ayudan a sintetizarlos de forma segura. El emprender a hacer los propios maquillajes con ingredientes naturales y accesibles ha ido en aumento en todo el mundo. Por lo tanto, el conocimiento en química de cosméticos es una herramienta que garantizará la calidad y seguridad de los productos caseros. Recordemos que los cosméticos son mezclas complejas de químicos y que nuestra salud puede depender de ellos. Vale la pena investigar los ingredientes de los cosméticos para saber qué son y qué hacen. De esta forma podremos informarnos mejor sobre ellos y disfrutar de los efectos que tienen en nosotros para continuar con esa creatividad y belleza que nos brindan.
Como siempre gracias por leerme.
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