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Writer's pictureProf. Cerebrón

La importancia del desarrollo infantil

Ser niño es una gran aventura. En esta etapa no tenemos esa experiencia, ni conocimiento, ni razonamiento como los adultos, sino que es la etapa de formación de estas características mentales. Somos estudiantes de la vida, por eso, en la niñez descubrimos y aprendemos sobre nuestro entorno y nuestra realidad. Cuando somos niños no somos conscientes de las maravillas que estamos aprendiendo y las habilidades que estamos desarrollando, pero varios de nosotros nos hemos divertido mucho haciéndolo; y es que cuando se juega y se hace más divertido incluso de adulto aprender es más productivo. El cerebro representa un tercio de todo nuestro organismo en el momento en que nacemos, y alcanzará casi el 80% de su tamaño adulto entre los cuatro y cinco años. Nacemos con un cerebro muy grande pero tanto como él como el resto de nuestro cuerpo no está totalmente desarrollado como en muchos animales.



¿Qué pasa en nuestro cerebro aun primitivo? Cuando somos bebés, nuestra vista aún no está afinada y lo mejor que vemos es nuestra madre que nos amamanta. Su leche materna nos provee de salud y ayuda a que nuestro cuerpo se desarrolle mejor. Además ese intercambio de hormonas, como la oxitocina, se segrega en grandes cantidades haciendo mayor el enlace madre-hijo. Nuestro cerebro reptiliano es el que maneja principalmente el barco al ir indicando que se requieren las necesidades básicas como comida, protección y seguridad. El llanto del bebé es un indicativo que algo va mal. Sin embargo, el llando del bebé es más complejo que solo berreos. Los mismos bebés van aprendiendo como manipular a los padres. No quiere decir que sean malvados, sino que es un instinto de supervivencia. Desde pequeños nos volvemos adictos a la atención y al cumplimiento de nuestros deseos. Un llanto muchas veces solo significa un berrinche o cumplir un deseo mas no una necesidad. Por eso, los padres deben de estar atentos ante los tonos de los llantos de sus hijos a pesar de estar desvelados.


Al ir creciendo, nuestro cerebro evoluciona y se forma el sentido de orientación y la necesidad innata de caminar erguidos. Nuestros genes nos lo dictan tras millones de años de evolución. Posteriormente, el cerebro se encarga de aprender cosas más complejas como un idioma y habilidades como identificación de figuras, formas, caras, escribir y dibujar.


De los 2 a los 4 años, nuestro cerebro comienza a detectar y aprender el lenguaje. La sinapsis en las neuronas alcanza su mayor velocidad en nuestra vida. Precisamente se ha sugerido que los trastornos que causan las dificultades de aprendizaje caen en esta edad. Así, cuando somos niños pequeños aprendemos nuestro idioma e incluso otros simultáneamente si se tienen padres bilingües. Se ha descubierto que nuestro cerebro a los 4 años de edad es más propenso al aprendizaje, el ambiente de nuestro desarrollo es un factor clave para orientarnos ya que los circuitos cerebrales son más flexibles debido a la alta cantidad de mielina. Por esta razón, muchos niños son repetitivos, les gusta ver una caricatura, una canción o jugar un juego una y otra vez. Nuestro cerebro aprende a seguir patrones lo cual también le ayuda a relacionarse con las personas y a encontrar una identidad.


El lenguaje es de lo primero que aprendemos, la mayoría de las personas aprenden a decir unas palabras al año de vida y el vocabulario aumenta exponencialmente hasta más de 5000 palabras. Por eso se recomienda que a los niños se les hable con un vocabulario extenso, eventualmente ellos encontrarán dicho patrón y encontrarán el significado en el contexto del mensaje. Es en la parte frontal izquierda del cerebro donde se localiza esta habilidad. La forma en la que hablamos a los niños es universal, en todo el mundo cuando le hablamos a un bebé o a un niño pequeño es característico y ayuda a identificar si otro adulto está hablándole bien o regañando a un niño. Desde ese momento también desarrollamos habilidades para reconocer tonos y frecuencias asociadas con emociones como la mayoría de nuestras fobias, intereses, gustos, traumas, aficiones, diversiones y ciertas habilidades. Por esa razón, muchas veces no tenemos un recuerdo claro de cuando las hemos desenvuelto y solemos decir “siempre lo he hecho”, de hecho muy probablemente ese “siempre” se realizó en esta etapa. Este crecimiento es lo que nos diferencia de los primates; es el inicio de nuestro razonamiento deductivo e inductivo.


A los 6 o 7 años nuestro cerebro sigue adquiriendo habilidades pero sobre una estructura anatómica ya definida, es decir, que el desarrollo cerebral puede estar casi concluido para solamente ir aprendiendo cosas nuevas. Al ir aumentando el tamaño de nuestra bóveda craneal y por ende el cerebro, las conexiones se van haciendo más comunes e incluso algunos niños pueden resolver problemas matemáticos sin haber conocido la aritmética. Es decir, que razonamientos abstractos, como las matemáticas o el arte pueden llegar a ser innatos, por eso hay niños prodigio. En esta etapa se recomienda cuestionar a los niños sobre su entorno y su realidad. Es importante que ellos se cuestionen por si mismos, por qué ocurren las cosas, por qué existen las cosas y de donde vienen las cosas. No debemos de dar siempre respuestas simples o fáciles, sino aprovechar que los niños preguntarán "por qué" una y otra vez. Somos curiosos y al ir creciendo nuestro cerebro nos exige saber más porque sentimos a nuestro mundo más en contacto con nosotros y queremos explorarlo a como dé lugar. Somos impulsivos por querer ver todo cuanto existe. Es un crimen cortar la curiosidad de un niño, en cambio, hay que dirigirla.



Ahora ya estamos listos para los estudios básicos, es decir, cuando nos enseñan a leer, escribir y adquirir otro tipo de conocimiento. Así entonces, en esta etapa se dan las mejores circunstancias para el aprendizaje académico, social, cultural y moral. Es por esta edad que nos vamos dando cuenta que nos gusta más, es decir, si la música, la pintura, las matemáticas, la historia y cada disciplina debido a que nos sentimos identificados con ella y nos vamos dando cuenta que podemos tener potencial para eso. También pasamos del egocentrismo a desarrollar la relación con otras personas. A medida que aumenta nuestra vida social, aumenta la intensidad y complejidad de las emociones. La empatía, la expresión de las propias emociones, nos favorecen a la resolución de conflictos, las conductas como la tolerancia, el respeto o la solidaridad.

Algo muy común cuando somos niños es que nos gusta comer cosas dulces y tiene mucho sentido. Los dulces son una fuente importante energía, que necesitamos urgentemente ya que nuestro cuerpo genera miles de células por segundo y continuamente está creciendo. Los requerimientos energéticos son tan impresionantes que deben cubrir toda nuestra la actividad física, que de niño es bastante, más aparte el crecimiento fisiológico y físico. Sin embargo, la nutrición es un factor a considerar, ya que se recomienda que la fuente de carbohidratos no sea de dulces, sino fruta. También, una de las razones por la cual de niños no nos gustan ciertos alimentos es porque nuestras papilas gustativas son más sensibles a los sabores. También es porque no solemos ver esos alimentos entretenidos y ciertos sabores parecen aburridos. Pero al ir creciendo, segregamos hormonas en la pubertad, esa que siempre es un dolor de cabeza, nuestro gusto cambia y comienzan a gustarnos más alimentos y a tener más gusto por las grasas que por los dulces. Eso es debido porque ya no requerimos tanta energía, sino que requerimos almacenarla para los tiempos de austeridad.


Los héroes son algo que nos emociona. En los varones por lo general y debido a la estructura social, tenemos más preferencia a los héroes deportivos y a los ficticios pero es debido a su fuerza, agilidad y a su destreza. En el caso de las niñas, sienten afinidad hacia personajes hermosos como princesas, delicados como hadas y versátiles como guerreras, ya que en ambos casos queremos ser eso. Todos de niños tenemos a nuestro héroe favorito (incluso de adultos también), pero de niños tenemos la necesidad de un ejemplo a seguir porque nos emociona aventurarnos a su mundo. Es cuando nuestra imaginación nos encarrila a participar no solo en la sociedad sino también en mundo alternos los cuales nos cautivan. Así también encontramos afinidades y diferencias con otros niños y nos ayudan a querer superarnos. A diferencia de cuando somos adultos y tenemos héroes es porque valoramos más sus acciones, su modus operandi, sus razones y su capacidad para resolver los problemas más que su fuerza física o su aspecto. Sin embargo tener un héroe es muy emocionante. No tiene punto ser adulto sino se puede ser niño de vez en cuando.


Cuando somos niños nos gusta correr, gritar, hacer ruido y nuestro sentido del humor es jocoso, estamos algo loquitos a decir verdad. Esto también tiene una razón biológica. Ya que nuestro cuerpo está creciendo exponencialmente, nuestros músculos deben de ejercitarse continuamente. Por eso nos gusta jugar y es no solo los humanos jugamos, hemos visto animales hacerlo, es algo común en casi todas las especies. Usamos los juegos como un método de entrenamiento social y físico. De hecho ayuda a que las hormonas vayan adaptándose mejor al cuerpo, se desarrolle mejor nuestro cuerpo y evitemos enfermedades. Asimismo, el hecho de hacer ruido y reír mucho es porque queremos atención y queremos ser parte de la sociedad es como expresamos y decimos “estoy aquí y quiero ser aceptado”. Es por eso que algunos niños suelen ser hiperactivos, aunque también se cree por el ambiente familiar y hasta se ha pensado que eso se deba a una causa genética.


Los colores, los personajes, héroes, princesas, juguetes, albercas de pelotas y la diversión son parte del universo de un niño, es una etapa en la cual no nos preocupa del todo el mundo. Somos parcialmente libres ante un sistema e indiferentes a problemas serios. Esa inocencia en nuestra infancia es sagrada. Es por eso que es una bella etapa que se debe disfrutar. De niños somos de goma y se nos vamos moldeando con lo que vemos y sentimos, nuestros cerebros son esponjas hacia el conocimiento y la curiosidad. No existen niños tontos sino simplemente mal estimulados y educados. Es necesario aprovechar esas edades para enseñarles lo más posible a los niños, hasta de formas que ellos no se den cuenta.


Tener hijos es una gran responsabilidad ante un mundo más comunicado y con mayores problemas tanto ambientales como sociales. Es recomendable enseñar a los hijos a usar y criticar la información que reciben.

Ver crecer y madurar a esos locos bajitos, es muy interesante y además nunca se debe de frenar esa capacidad de asombro. Por el simple hecho de observar eso vale la pena ponerles la atención adecuada; no solo por parte de los padres, sino también con ayuda psicológica y pedagógica. Hay muchos profesionales científicos que dedican su vida al estudio del desarrollo infantil. Melanie Klein fue una pionera en estas disciplinas.


Finalmente somos réplicas combinadas de nuestros padres, heredamos sus actitudes, enfermedades, algunos rasgos físicos y hay teorías que incluso actitudes. Como sea, espero que ustedes hayan disfrutado ser niños, y si no lo hicieron espero que sus hijos tengan una mejor niñez y sean formados y orientados por un camino que ayudará a la humanidad.


Como siempre, gracias por leerme.




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