No cabe duda de que hoy, gracias a las redes sociales y al internet, vivimos en un océano de información en el cual nos estamos ahogando. Tal y como lo predijo Huxley. Así pues, las ideas que el humano asentó en la sociedad desde hace siglos o milenios, se están enfrentando a un mundo más globalizado y con más pensamiento crítico. De esta manera nos hemos dado cuenta de que muchas ideas están caducas, funcionaron en su tiempo, pero hoy por hoy ya no se pueden tener. En este mundo, donde poseemos un lugar donde todos opinamos y donde todos queremos ser oídos nos damos cuenta de que estamos todos muy juntos y que somos muchos.
En este contexto tenemos que recordar lo que René Descartes le heredó al mundo “Pienso, luego existo”. Si bien el conocimiento puede adquirirse de diferentes formas, nuestros pensamientos hacen nuestra realidad. Si tu piensas algo, ese algo existe para ti y en tu realidad subjetiva. Existe el concepto y sus características que influyen en la percepción y concepción de la realidad. Nuestra mente es un manojo de ideas e interpretaciones en una lucha constante que se ven reflejadas en nuestras acciones y creaciones y que al final formarán una sociedad.
No obstante, el sesgo de confirmación es un hándicap de como entendemos la realidad. Esto significa que le ponemos mucha más atención a las ideas que confirman a nuestras ideas previas.
Los seres humanos, tendemos a identificarnos entre nosotros mediante ideas o acciones por razones evolutivas. A diferencia de los animales que viven en manada, donde se comunican por señales químicas como aromas, o expresiones corporales, los humanos nos identificamos unos con otros para mantener el orden y a trabajar en conjunto. Somos capaces de concebir ideas o sentimientos, los expresamos con palabras y hasta podemos materializarlas. Por lo tanto, si una idea parece funcionar para mí y para toda la tribu, esa idea se queda y todos nos sentimos identificados con ella. Sentimos que nos forma y que es parte de nosotros.
No obstante, no todas las ideas son funcionales, tienen huecos. De esta forma, una nueva idea sale a la luz y colisiona con la vieja. Esta colisión no siempre es amistosa, ya que nos encanta alimentar a nuestro cerebro con ideas que ya conocemos y rechazamos lo que nos es extraño, ajeno o que ponga en duda nuestras ideas con las cuales ya nos habíamos sentido identificados. Nos apasiona sentirnos identificados con algo, y nos abruma que nos digan que está mal. Todos, sin excepción alguna, pasamos por esto. Nadie es inmune a los sesgos y por lo tanto reaccionamos ante noticias, opiniones o tendencias. Eso divide hasta a las personas más racionales. Evolutivamente, no estamos hechos para cuestionar lo que viene de los nuestros y aceptar de base lo que llega de los demás.
Siguiendo esta dialéctica hegeliana, sabemos que de la lucha de la tesis y la antítesis se obtiene una síntesis y para alcanzar la síntesis hacemos uso del pensamiento crítico impulsado por la razón. La razón buscará acercarse a la objetividad, más no podrá alcanzarla. Esto se debe a que todos vivimos en una realidad sesgada por nuestras ideas ya formadas de nuestra educación, la familia, costumbres, cultura, religión, etc. Somos presos de nuestras propias opiniones y de nuestra intuición. Y dado que la intuición siempre irá más rápido que la razón, esta última tratará de justificar y encontrar pretextos para controlar a la primera. Por eso, debemos ser conscientes de lo que nos llega y cómo nos llega. Requerimos de evidencia, opiniones, testimonios, análisis de expertos y filosofía. No pasa nada si después de una discusión o análisis se cambia de opinión. Está bien acercarse a nuevas ideas en aras de obtener la síntesis.
Lamentablemente, no todas las personas tienen acceso a estos elementos para saber usar la razón en el pensamiento crítico y esto es lo que hace peligrosos a los sistemas. Dado que somos muy emocionales y nuestras ideas que consideramos que nos definen nos apasionan, el poder aprovecha esto para incrementar el sesgo. Nos controlan con noticias falsas o con lenguajes específicos para tener una determinada posición (u opinión) política o ideológica. Todo funciona por bando porque los extremos venden.
Por lo tanto, para no perdernos, debemos aceptar que no hay respuestas para todo. Así mismo, debemos de entender que está bien hacer preguntas, incluso aquellas que no se pueden contestar, porque ahí es donde nos falta conocimiento. Debemos cuestionarnos todo lo que creemos, cómo lo creemos y por qué lo creemos. Ahí es donde se comienza a conocer nuestras propias posturas, huecos, ideales y la raíz de los problemas o situaciones. El conocimiento es la luz en esta oscuridad de ignorancia que nos vuelve salvajes, necios e intolerantes. Recordemos que la inteligencia es la habilidad de usar nuestro cerebro.
Debemos pensar, porque pensar nos hace libres. Debemos escuchar, porque escuchar nos hace diversos. Debemos ser diversos porque la diversidad nos hace evolucionar más. Debemos evolucionar, porque evolucionar nos hace sobrevivir.
Como siempre gracias por leerme.
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