Nuestro planeta cada año recorre aproximadamente 930 millones de kilómetros a lo largo de su órbita elíptica por el Sol a más de 100 mil kilómetros por hora. El primero de enero lo usamos como la fecha referencia para comenzar de nuevo la traslación terrestre, lo que lleva a cuestionar: ¿quién lo determinó así y por qué?
El calendario como lo conocemos no se estableció así desde un principio. Actualmente con mejores instrumentos de medición y observación, se ha establecido que el año terrestre dura 365 días, 6 horas y 9 minutos. Cifras similares a esta en tiempos antiguos fueron estimadas y calculadas con ciertos errores lógicos debido a que con lo único que contaban era con el movimiento de la luna, estrellas y el Sol, no obstante es impresionante como con solo estar observando el cielo, varias culturas pudieron estimar un calendario aceptablemente exacto.
El calendario actual es una herencia de la antigua Roma, así como el derecho y lenguas romances. Fue impuesto por Rómulo alrededor del año 753 A. C. y constaba de 304 días repartidos en 10 meses los cuales aún mantenemos los nombres. El año comenzaba en Marzo (Martius), el mes dedicado al dios de la guerra, Marte. Esto debido a que comenzaba la primavera y las campañas militares comenzaban después de las “vacaciones” (hibernación para no morir de frío) de invierno. Abril (Aprilis, abrir brotes) dedicado a Venus, aunque esta sigue siendo una teoría. Mayo (Maius) dedicado a la diosa Maia de la fertilidad, lo que ayuda a explicar por qué en mayo celebramos el día de la madre. Junio (Junius) para la diosa Juno, un mes cálido y excelente para llevar a cabo votos matrimoniales. Los siguientes meses fueron nombrados como la numeración, no se sabe por qué Rómulo dejó de dedicar meses a los dioses, posiblemente se le acabó la imaginación o no sonaban bien. Así estableció el mes quintilis, sextilis, septem (septiembre), octa (octubre), novem (noviembre) y decem (diciembre). Este calendario tenía el problema que le sobraban días del último mes hasta las lunas primaverales, en los que se solían agregar meses o bien, alargar diciembre.
Para evitar esto, Numa Pompilius algunos años después, agregó los dos meses adicionales: enero (Ianuarus dedicado a Jano, se convirtió en el primero porque este dios representa los inicios y los finales) y febrero (februarius que era para la purificación). Posteriormente, debido a las invasiones en Hispania, se necesitaban nombrar a los cónsules dos meses antes para que comenzara el año en el primero de Marzo, por lo tanto el inicio pasó a ser el primero de enero. Pero la historia no acaba ahí ya que el año aún tenía 355 días y no se ajustaba del todo a las estaciones y a veces agregaban un decimotercer mes, pero no se llamaba Smarch por si algunas personas estaban pensando eso.
Actualmente el concepto de “decimotercer mes” se sigue aplicando para asuntos legales, y de hecho ese fue el propósito por el cual se agregaban esos días adicionales. Bien derecho romano, lo has vuelto a hacer.
Durante el mandato de Julio Cesar se hicieron reformas, en las cuales el astrónomo Sosígenes ayudó a establecer que el año realmente duraba 365 días y 6 horas, transformando el calendario de lunar a solar. Debido a las 6 horas adicionales estas se iban acumulando y por lo tanto cada 4 años se obtenía un días más, lo que conocemos como año bisiesto. También, se le cambio el nombre a quintilis por Julio y sextilis a Agosto (Augusto) por los dos emperadores. Así finalmente se le nombró a este calendario como calendario Juliano que duró en vigencia por más de dieciséis siglos. Sin embargo, los religiosos se negaban a comenzar el año en festividades paganas, por eso hubo variaciones en el inicio del año, algunos lo celebraban el 25 de diciembre (alerta de ironía), otros en pascua y otros en el equinoccio de primavera. Y realmente hubo problemas en decidir, hasta hubo el pretexto de que el primero de enero fue el día de la circuncisión y por eso debían de celebrar el año nuevo en esa fecha.
El inicio del año en el primero de enero se hizo obligatorio en muchos estados europeos a partir del siglo XVI. Se impuso en Alemania mediante un edicto hacia 1500; Carlos IX lo decretó en 1564 en Francia y entró en funcionamiento en 1567, en España se generalizó hacia el siglo XVII y en Inglaterra hubo que esperar hasta 1752.
El calendario Juliano tuvo modificaciones por el papa Gregorio XIII en 1582, dónde recortó 10 días para ajustar el calendario Juliano al equinoccio de primavera dónde iniciaría la pascua. Los años bisiestos se mantuvieron, pero aunque la creencia popular dice que son cada cuatro años realmente hay un ajuste matemático, algo extraño: “Un año es bisiesto si es divisible entre 4, a menos que sea divisible entre 100. Sin embargo, si un año es divisible entre 100 y además es divisible entre 400, también resulta bisiesto.” De tal forma que en 400 años debe haber 97 años bisiestos.
Obviamente el cambio de calendario Juliano a Gregoriano no fue aceptado por todos y produjo ligeros problemas y datos curiosos, por ejemplo la creencia que se tiene que Shakespeare y Miguel de Cervantes murieron el mismo día es errónea (23 de abril), ya que uno es en Juliano y el otro en el Gregoriano, respectivamente. De igual forma Isaac Newton nació el 25 de diciembre en el año Juliano, pero no en el Gregoriano. Y cuando se implementó dicho calendario, muchos lugares como Holanda en 1583 se quedaron sin navidad y año nuevo, y en Bélgica en 1582 pasaron del 20 de diciembre al 31 de diciembre. En Inglaterra, el inicio del año en el 1 de enero se decretó en 1752 (antes se celebraba el 25 de marzo). Para ello hubo que suprimir enero, febrero y veinticuatro días de marzo del año 1751, que sólo tuvo 282 días (del 25 de marzo al 31 de diciembre).
Al mismo tiempo, se impuso el calendario gregoriano para lo que hubo que suprimir 11 días de 1752 (en lugar de los 10 que fueron necesarios cuando se instauró la reforma por vez primera en 1582). Al miércoles 2 de septiembre de 1752 siguió el jueves 14 de septiembre. Lord Chesterfield, promotor de las reformas, tuvo que aguantar sátiras en las que se le reclamaba: “Devuélvenos nuestros once días”. Los calendarios de otras culturas también han sido modificados y aun causan cierto tema de controversia, como el chino, japonés (años lunares) o el tan temido calendario maya (solar). El chino es el único que sigue usándose de manera no oficial, ya que tuvieron que aceptar el calendario Gregoriano por su internacionalización, no obstante continúan sus festividades en febrero.
A pesar de todo, el año Gregoriano es más exacto que el Juliano y ayuda a ubicar mejor los días de solsticios o equinoccios. Dentro del calendario Gregoriano y con las nuevas técnicas astronómicas se ha determinado que se tienen dos tipos de años, el solar y el sidéreo. El solar es la duración de una vuelta completa a su órbita, que es de 365 días, 5 horas, 48 minutos y 57 segundos. En esta medición se toma como referencia un meridiano que la Tierra opone al Sol dos veces consecutivas. Por su parte el año sidéreo es el tiempo que transcurre en la Tierra para pasar por un mismo punto de su órbita, tomando como referencia a las estrellas. Generalmente usado por los astrónomos, es la medida más exacta de un año. Su duración es de 365 días, 6 horas, 9 minutos y 10 segundos.
Así entonces a disfrutar este nuevo año, tenemos varios millones de kilómetros por delante, por eso debemos de pasar bien el viaje a través del cosmos. Les deseo un gran año mis estimados lectores. Y no está de más brindar también por los viejos tiempos y por los cambios por venir.
Y como siempre, gracias por leerme.
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